lunedì 10 giugno 2013

Los primeros billetes

De Encarni Tirado Berrio
El dinero en forma de papel nace en China, en el siglo VII, como búsqueda de una solución a los problemas de pago con metales (considerados como monedas) en el momento de hacer negocios. Puesto que hacía falta cargar con la bolsa llena de monedas, suponiendo una carga pesada y llamativa.

En Europa en cambio, los primeros billetes se fabrican en Suiza, en 1661.
Johan Palmstruch, un orfebre de la epoca, los entregaba como resguardo a quien depositaba oro o plata en el Banco de Estocolomo que él mismo había fundado.
Al principio se consideraba que los billetes estaban respaldados por metales preciosos, y eran considerados como pagarés, lo que suponía un contrato incondicional entre el emisor del billete y la persona que lo tomaba.
Posteriormente, el problema había disminuido pero no se había eliminado, puesto que los propietarios de los pagarés tenian que recoger los metales para hacer las compras y ventas. Como solución, los billetes pasaron a considerarse cheques al portador, lo que hacia más fácil el comercio.
La primera emisión en Italia fue en el 1746 por la Hacienda Real de Turín, por la cantidad de 4.000.000 liras. Para facilitar el beneficio del comercio público.
A España, sin embargo, llegaron en 1780, durante el reinado de Carlos III, y su uso se popularizó rápidamente por ser mucho más cómodo de llevar.
Para que la falsificación fuese más difícil, los gobiernos diseñaron tintas especiales que disminuian el número de falsificaciones Hoy en día el holograma es la forma más común de evitarlo.
Hoy en dia los billetes son dinero fiduciario, lo que significa que no están respaldados por ningún activo físico como los metales preciosos. Por ello, el gobierno no está obligado a cambiar los billetes de banco por oro o plata, pero si los respalda con el crédito de los gobiernos.

Al tener una vida útil corta, los bancos o otras instituciones financieras recogen billetes muy deteriorados y los sustituyen por otros billetes nuevos con la misma denominación. Los billetes viejos se trituran y luego se queman.